Venado Tuerto y el intento del radicalismo por ordenar su identidad desde la gestión
22/12/2025 | PolíticaCon Leonel Chiarella al frente de la UCR, la gestión local empieza a ganar peso como referencia política y de gobierno.
Redacción VenadoInforma — En la política nacional, los cambios de conducción partidaria suelen quedar atrapados en la lógica interna de la rosca. Sin embargo, la llegada de Leonel Chiarella a la presidencia del Comité Nacional de la Unión Cívica Radical empieza a desbordar ese círculo cerrado. No solo por su edad —es el dirigente más joven en ocupar ese cargo— sino porque su figura trae consigo una experiencia de gestión concreta: la de Venado Tuerto, una ciudad que el radicalismo hoy exhibe como ejemplo posible de gobierno.
Puertas adentro del partido, la idea se repite con insistencia: lo que se hizo a nivel local podría pensarse en otra escala. No como receta cerrada, sino como señal de rumbo. En un contexto nacional dominado por discursos grandilocuentes y debates ideológicos permanentes, la experiencia venadense se presenta como una apuesta al pragmatismo, al orden administrativo y a una presencia estatal activa en temas sensibles.
Uno de esos temas es la seguridad, un terreno históricamente incómodo para los gobiernos municipales. En Venado Tuerto, la decisión fue clara: dejar de correr el cuerpo. La ciudad multiplicó su sistema de videovigilancia, pasando de 44 cámaras al inicio de la gestión a más de 200 en funcionamiento, con planes de seguir ampliándolo. Pero el dato técnico es apenas una parte del mensaje político.
La gestión también eligió involucrarse de lleno en el seguimiento de causas judiciales y en la visibilización de casos de reincidencia, con el objetivo de reducir la sensación de impunidad. La lógica es simple y directa: el municipio no se limita a administrar servicios, también busca incidir en el clima de orden. Esa postura dialoga con el enfoque que impulsa el gobernador Maximiliano Pullaro y marca un perfil dentro del radicalismo que no esquiva el ejercicio de la autoridad.
El otro rasgo que aparece con fuerza es la gestión como identidad política. Mientras a nivel nacional la obra pública se desacelera, Venado Tuerto sostiene un ritmo constante de pavimentación, estimado en una cuadra cada cinco días, financiado con recursos propios. El respaldo es un superávit fiscal que la administración local muestra como prueba de orden y planificación, en contraste con los discursos de ajuste sin resultados visibles.
En esa misma línea se inscribe la articulación con la Universidad Nacional de Rosario para el dictado de la carrera de Ingeniería Agronómica en la histórica Escuela Salesiana. La iniciativa completa el cuadro de un Estado local que busca ir más allá de lo básico: seguridad, infraestructura y formación vinculada al perfil productivo de la región.
Con el acompañamiento político de gobernadores radicales como Pullaro, Alfredo Cornejo y Leandro Zdero, la experiencia de Venado Tuerto empieza a circular como algo más que un caso exitoso. La incógnita, ahora, no es menor: si ese modelo puede trascender su escala original y convertirse en una referencia válida para un proyecto nacional, o si quedará, como tantas otras veces, como una buena historia local difícil de replicar.
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